martes, 5 de mayo de 2020

La educación a distancia no es un PDF

Tras dos meses en los que, sin esperarlo, hemos tenido que cambiar nuestras clases presenciales por otras a distancia u online, de forma apresurada, improvisada y no planificada, es un buen momento para mirar atrás y aprender de los errores para así poder planificar el futuro que, aunque esté lleno de incertidumbres ahora sabemos que puede tener varios caminos.

Durante estos meses se ha escuchado hablar de plataformas y herramientas que no sabíamos ni que existían, pero tampoco hay que volver locos a los alumnos. Hay centros donde han usado para clases por videoconferencia hasta cuatro plataformas diferentes. ¿Es necesario o volvemos locos a los alumnos? Mejor unificar plataformas en el centro. Una única para cada finalidad.

Así, pues, resulta imprescindible que todos los centros elaboremos un plan sobre cómo afrontaríamos las clases a distancia u online, qué plataformas y herramientas, dónde tendríamos los materiales, cómo y dónde haríamos las videoconferencias,... Un plan que conozcan los alumnos desde el primer día de clase en septiembre, reservando las primeras sesiones lectivas para potenciar la competencia digital y que todos conozcan este plan de actuación. Un plan que asuma todo el centro, tanto los profesores que ahora estén como quienes puedan venir, como sucede con el PEC.

Pero, ¿qué es la educación a distancia? Llevo dos meses leyendo y escuchando cómo algunos compañeros solo mandan un pdf con ejercicios y con eso ya han cumplido. Discrepo bastante en que esto sea educación a distancia. Entiendo que en el mes de marzo cuando nos llegó todo de golpe cada uno solventara las cosas como buenamente pudiera. Sí, muchos alumnos a día de hoy aún no tienen conectividad ni dispositivos decentes para seguir la educación a distancia pero, con quienes sí los tienen, ¿cómo lo hacemos?



Además del contacto personal con el alumno por cualquier vía (teléfono, mail, videollamada individual,...) debemos pensar cómo desarrollamos nuestras clases. Es aquí donde creo que resultan imprescindibles dos herramientas. Un aula virtual y una herramienta para videoconferencias. Es cierto que algunas plataformas lo tienen todo integrado pero eso de no saber dónde tienen los servidores y si se cumple con la LOPD me da un poco de no se qué.

El Aula Virtual es un buen lugar para integrar todos los contenidos, bien porque sean accesibles desde la plataforma o bien porque recurran a enlaces externos. Además es un entorno que se puede configurar con privacidad y permite la entrega de actividades en muchos formatos. También es un buen lugar de comunicación para con el alumno ya que las comunicaciones las podemos indicar en el foro y no tenemos la excusa de los alumnos de "profe, no he recibido el mail". Además el Aula Virtual nos ofrece la opción de ver un informe detallado de las conexiones del alumnado.

Por otro lado están las videoconferencias. Es esencial "ver" a los "alumnos" y que nos "vean". No perder ese contacto. Dar clase por videoconferencia nos debe reservar siempre 5 minutos para hablar con los alumnos, de cómo les va, qué les preocupa. Y esos 5 minutos puede ser mucho más. Pero para dar una clase por videoconferencia necesitamos buenas herramientas. O bien apps que hagan de pizarra, por ejemplo, o webcams que nos permitan mostrar con claridad lo que escribimos en un papel o, por qué no, dar la clase online delante de una pizarra. 

Sí, creo que la educación online tiene mucho de audiovisual y los videos son importantes. Es más, soy defensor de grabar videos explicativos para que los alumnos puedan ver en cualquier momento, parar ante una duda y retroceder hasta que lo entiendan. Un video puede y debe ser muy didáctico. Un pdf es algo muerto. Un buen profesor en presencial puede ser un mal docentes en distancia. Y viceversa. Afortunadamente la gran mayoría son excelentes en ambas modalidades. Seguro que no me equivoco.

P.D.- Con los alumnos que no tienen acceso a internet o a un dispositivo debemos establecer otra metodología. Aunque la mejor opción es que la administración les dote de esa conectividad y dispositivos.

Una propuesta de enseñanza mixta presencial-distancia para el curso próximo

Entre tantos titulares de prensa y diferencias entre el Ministerio de Educación y las Comunidades Autónomas, me ha dado por pensar cómo se podría organizar mi centro en el caso de tener que impartir docencia con el mismo número de profesores al mismo número de alumnos que actualmente, pero físicamente solo la mitad de ellos en clase. Las dimensiones de las aulas y las ratios son las que son, y dudo que ninguna Comunidad duplique la plantilla de los centros.

Creo que todos podemos estar de acuerdo en que existe la posibilidad de nuevos tiempos de confinamiento y que el modelo mixto presencial-distancia es una más que realidad para el curso próximo. Sería una nueva normalidad de semipresencialidad pero, ¿cómo lo haríamos para que fuera factible? Pueden existir muchas formas de hacerlo, pero aquí va una de ellas considerando la estructura de la secundaria en educación de personas adultas, si bien el formato se puede copiar para otras enseñanzas. 

En primer lugar este modelo sería para el caso en el que se tenga un número par de grupos para cada enseñanzas, como es nuestro caso.

Nos encontramos con ámbitos de conocimiento de 7 horas o de 3 horas, o si lo desgranamos por módulos, los hay de 2 horas, 3 horas, 4 horas, o 5 horas, ya que podemos ajustarlos con 4+3 o 5+2, al menos en Madrid.

Mi idea nace de las siguientes premisas:

  • Un profesor imparte docencia del mismo módulo/ámbito en dos grupos del mismo nivel académico (siempre cantidad par)
  • En las clases presenciales asiste solo el 50% del alumnado bajo las premisas de seguridad que se tengan que guardar.
  • Las clases a distancia se imparten juntando los dos grupos. Bueno, esto podría ser más problemático. En centros comarcales pequeños como el nuestro es viable. En un Instituto juntar a 70 alumnos de Bachillerato puede ser una locura y ya veríamos si hay plataforma de videoconferencia que lo soporte.
Para ser más inteligible la explicación pensad que tenemos los grupos A y B, y los dividimos en A1, A2, B1 y B2. Hagamos cuentas según las horas del ámbito/módulo. 



7 horas: El profesor imparte 2 horas lectivas a cada subgrupo (A1, A2, B1, B2) y 6 horas a distancia colectiva para todos los alumnos. En total cada alumno recibe 2 horas presenciales y 6 a distancia. El profesor imparte igualmente sus 14 horas, siete por grupo.

5 horas: El profesor imparte 1,5 horas lectivas a cada subgrupo (A1, A2, B1, B2) y 3,5 horas a distancia colectiva para todos los alumnos. El alumno recibe en total sus 5 horas de clase y el profesor en vez de impartir 10 horas imparte 9,5. Ahorrar estas medias horas también es una propuesta interesante.

4 horas: El profesor imparte 1 hora lectiva a cada subgrupo (A1, A2, B1, B2) y 3 horas a distancia colectiva para todos los alumnos. En total cada alumno reciben 1 hora presencial y 3 a distancia. El profesor imparte un total de 7 horas en vez 8, pero siguen siendo 4 horas por grupo. Ahorramos otra lectiva del profesor para otros ajustes.

3 horas: El profesor imparte 1 hora lectiva a cada subgrupo (A1, A2, B1, B2) y 2 horas a distancia colectiva para todos los alumnos. En total cada alumno reciben 1 hora presencial y 2 a distancia. El profesor imparte un total de 6 horas, recibiendo cada alumno sus correspondientes 6 horas.

2 horas:  El profesor imparte 1 hora lectiva a cada subgrupo (A1, A2, B1, B2) y 1 hora a distancia colectiva para todos los alumnos. En total cada alumno reciben 1 hora presencial y 1 a distancia. En cambio el profesor impartirá 5 horas lectivas en vez de 4, es decir, le supondría una hora al cupo del centro.

Así, sería ideal que los ámbitos de 7 horas lectivas se organicen con la estructura modular de 4 horas + 3 horas. De esta forma ganamos una hora lectiva por cada dos grupos, que bien se podía usar para refuerzos o, según las características del centro, compensar con otras enseñanzas que se oferten.

Todo esto podría ser muy factible si los centros tuviéramos una autonomía real de gestión, sin tanta burocracia y con más confianza desde arriba. Rindiendo cuentas, por supuesto, pero confiando previamente. También habría que ser más flexibles con la normativa y permitir impartir al día 6 horas lectivas en vez de el máximo de 5, y quitar el umbral de 2 horas. Hay que pensar que en los centros comarcales como el nuestro hay que contabilizar también los desplazamientos.

Con una buena planificación es posible este sistema mixto, no perjudicando al alumnado más de lo que les supone la no presencialidad y, además, permitiendo al profesorado conciliar parcialmente con su vida familiar al poder impartir las horas a distancia desde su domicilio si fuera necesario.